Un Café Diferente
Basta con abrir la puerta del Café Di Parma para que el apetito se abra, la variedad de productos caseros expuestos en la vitrina y la atención del personal hacen de este un lugar especial para compartir con los amigos cualquier día de la semana durante todo el año.
Por: María Jesús Correa y Florencia Prieto
Las famosas “onces” de Frutillar no solo las encontramos en las orillas del lago Llanquihue. En el centro de la ciudad, al interior de una galería en un local construido de madera, se encuentra el Café Di Parma. El lugar de dos pisos, ambientado con mesas y sillones, es
un espacio cálido y tranquilo para trabajar o juntarse a conversar con los amigos.
El local creado y administrado por Joselyn Parma – que abre todos los días en horario continuado – cuenta con una amplia variedad de productos entre los que destacan los croissant, brownies y tortas de chocolate. Todo producido de manera casera y en el momento, acompañadas por la especialidad: un café de grano tostado de manera natural, por pequeños emprendedores de la zona.
Todo comenzó hace siete años cuando Joselyn vivía en España junto a su hija, ahí decidió volver a su lugar de origen y crear una pastelería. “Crecimos en una cuna donde la abuela hacía todos los dulces, así que dije: ya tengo que agarrarme de eso porque voy a tener que empezar de cero, así como en España empecé, acá tenía que hacer lo mismo”, comenta Joselyn Parma.
Su primer emprendimiento fueron las galletas, a través de Youtube veía tutoriales, recetas y probaba diferentes diseños. Participó de ferias para conseguir fondos y la misma gente de la zona empezó a pasar el dato, por lo que hace tres años puso un local.
“La pastelería dio pie al café, porque compraban el pastel pero como hacía frío pedían el café. Hubo que cambiar la idea inicial para adecuarse a lo que los clientes pedían”, explica.
En un principio solo cocinaba ella, y su familia compuesta por su madre, hermano e hija le ayudaban en la atención del local. Actualmente el equipo está compuesto por ocho personas, a quienes considera parte de su familia.
Estos años no han sido fáciles, el frío clima de la zona impide que las personas que viven en Frutillar realicen actividades al aire libre durante el invierno. Joselyn reconoce que esta es su mayor dificultad, ya que los clientes del Café son en su mayoría oriundos del lugar.
“Las personas recién se están habituando a salir a cafeterías, la gente de acá era más de la casa y de a poco empezaron a salir, hoy se pueden dar un gusto dos veces al mes, vienen con sus familias, en pareja o con amigos”, explica.
Hoy el café se ha consolidado como uno de los más recomendados por los turistas que visitan el lugar, e incluso está certificado por Tripadvisor (página de turismo). Es por esto que Joselyn ya planea abrir un segundo local, pero esta vez a la orillas del lago. Su idea es mantener el café original como la casa matriz, donde se cocine y se despache hacia el segundo lugar, el cual solo se abriría durante la época de verano.
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